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Brujería, una práctica que sigue siendo peligrosa: la caza de brujas persiste hoy en diversas culturas

Redacción

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Brujería, una práctica que sigue siendo peligrosa: la caza de brujas persiste hoy en diversas culturas
21 nov., 2024
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14-Noviembre-2024

 

La brujería, históricamente asociada a prácticas místicas y a menudo demonizadas por las sociedades mayoritarias, sigue siendo un tema de gran controversia. Aunque muchos piensan que la caza de brujas es un fenómeno medieval que quedó atrás con el tiempo, lo cierto es que esta peligrosa persecución sigue afectando a mujeres y hombres vulnerables en diversas partes del mundo. La creencia en la magia, lo sobrenatural y la hechicería persiste, y con ella las acusaciones infundadas que terminan con violencia, tortura y muerte.

El resurgir de las persecuciones: una tradición histórica

La caza de brujas alcanzó uno de sus puntos más álgidos en Europa entre los siglos XV y XVII, con la persecución y ejecución de miles de personas acusadas de practicar magia negra. Sin embargo, este fenómeno no fue uniforme en todo el continente. Un mito común es que la Inquisición española fue la principal responsable de las persecuciones, pero la realidad histórica es más compleja. En España, por ejemplo, la Inquisición no tuvo un papel central en la condena de brujas, ya que los tribunales inquisitoriales rara vez consideraban la brujería un crimen digno de persecución. Fue en otras regiones, como Escocia, Alemania y las colonias del Nuevo Mundo, donde la persecución fue más sistemática y organizada.

Los juicios de Salem, en 1692, son quizás el ejemplo más famoso de la caza de brujas en el continente americano, donde una histeria colectiva y una fuerte creencia en lo sobrenatural llevaron a la condena y ejecución de mujeres acusadas de brujería. Este episodio marcó el fin de una era, pero su impacto cultural aún resuena en la memoria colectiva.

La brujería sigue siendo peligrosa hoy en día

A pesar de que la caza de brujas ha disminuido en gran parte del mundo, no ha desaparecido. En muchas regiones del África subsahariana, el Caribe y Centroamérica, las acusaciones de brujería continúan siendo una realidad aterradora, con graves consecuencias para quienes son señalados. La ONU ha alertado sobre la violencia relacionada con las acusaciones de brujería, especialmente hacia mujeres mayores, solteras o viudas, que son las principales víctimas de estas prácticas.

En Papúa Nueva Guinea, las acusaciones de brujería siguen siendo motivo de tortura y asesinato. A pesar de los esfuerzos de organismos internacionales por proteger a las víctimas, la violencia persiste, y se documentan cientos de casos de personas que son brutalmente atacadas cada año. En Tanzania, entre 500 y 1000 personas son acusadas de brujería anualmente, y muchas de ellas sufren asesinatos, mutilaciones o son quemadas vivas.

El negocio de la brujería en el siglo XXI

En algunos lugares de Europa, como Rumanía, la brujería ha adquirido un matiz más comercial. El negocio de la brujería mueve millones de euros al año, desde rituales de salud hasta hechizos de amor. Aunque estos actos no implican violencia física, pueden generar grandes dependencias económicas y emocionales en aquellos que buscan soluciones a sus problemas. Los santeros, aquellos que prometen curar enfermedades o resolver problemas a través de ritos, a menudo establecen relaciones de poder con sus clientes, convirtiéndose en una fuente de abuso psicológico y económico.

La persistencia de la violencia y la necesidad de acción

Aunque la caza de brujas ya no se lleva a cabo en las plazas públicas de antaño, la violencia asociada a las acusaciones de brujería sigue siendo un tema alarmante. La persecución de las brujas no solo está vinculada a la superstición y la ignorancia, sino también a la vulnerabilidad social y económica de las víctimas, que generalmente son mujeres de bajos recursos.

A pesar de los esfuerzos de organizaciones como la ONU y la Unión Europea para erradicar estas prácticas, la realidad es que la violencia contra las "brujas" sigue siendo una problemática global que afecta principalmente a mujeres y personas en situaciones de pobreza extrema. La falta de intervención de las autoridades y el miedo a represalias continúan perpetuando estas prácticas nocivas, haciendo necesario un cambio profundo en las políticas públicas y en la percepción social de la brujería.

Conclusión: erradicar la caza de brujas requiere acción urgente

La brujería y la caza de brujas siguen siendo una práctica peligrosa que afecta a miles de personas en la actualidad. A pesar de los avances en el entendimiento de estas prácticas, la violencia continúa, y las víctimas siguen siendo principalmente mujeres en situación de vulnerabilidad. Combatir estas prácticas no solo requiere el esfuerzo de las organizaciones internacionales, sino también un cambio cultural que erradique el miedo, la superstición y la violencia de las sociedades modernas. Solo a través de la educación, la sensibilización y la intervención efectiva de las autoridades será posible erradicar este flagelo y garantizar un futuro libre de persecuciones injustas.

 

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