Arturo Romero Garrido
Después de 7 meses de conflicto armado entre Rusia y Ucrania las consecuencias económicas alrededor del mundo comienzan a hacer estragos en los países.
Para los que creían que el triunfo de la operación especial diseñada por Vladimir Putin sería cuestión de unas cuantas semanas debido a la superioridad militar rusa se equivocaron.
Jamás debimos de olvidar el espíritu combatiente y aguerrido de los habitantes de esa parte del planeta que han demostrado en diferentes ocasiones que son un rival difícil de vencer. Bien podríamos traer a la memoria la defensa heroica que en Crimea –perteneciente a Ucrania hasta hace poco tiempo- se libró en contra de la alianza militar formada por ingleses, franceses y otomanes y que derivó en el conocido sitio de Sebastopol.
En aquel momento las dos mayores potencias de Europa llegaban con aires de suficiencia, con un sentido de seguridad y confianza de que vencerían al enemigo rápidamente, pero ¡oh sorpresa!, el sitio de Sebastopol duró 11 meses. La resistencia del pueblo ruso/ucraniano asombró al mundo entero y no sería la última vez que lo hicieran.
Regresando al presente, estamos presenciando en cierto modo una resistencia militar similar, pero con unas consecuencias que están alterando el orden mundial.
Hoy la mayoría de los líderes mundiales temen que el conflicto se prolongue indefinidamente y que las repercusiones económicas aumenten.
Tal como lo comenté en uno de los artículos anteriores, se están conjuntando una serie de elementos que están destruyendo la calidad de vida de los ciudadanos de todo el mundo y que como dijera el canciller alemán representa el peligro de convertirse en “dinamita social”, y es que una vez que detona ya no hay forma de como contenerla.
Es por eso que en la última Asamblea General de la ONU que se desarrolló los días del 20 al 23 de septiembre hubo varias participaciones que clamaron por un plan urgente de paz entre Ucrania y Rusia.
Sin embargo, aunque la mayoría de los líderes desean que todo esto termine, la realidad es que son notorios los contrastes entre los planes desarrollados por los diferentes países sobre como detener el conflicto.
Además, resulta prácticamente imposible encontrar el punto medio entre las exigencias de Rusia y las de Ucrania, por lo que al final del día si una propuesta no convence del todo a una de las partes, entonces es desechada en automático por el otro, o como alguna vez dijera el expresidente de Estados Unidos George Bush en el tema de la guerra contra Irak: “¡si no estás conmigo, estás contra mí! “ y así es imposible llegar a un consenso.
La lógica indica que no puede concluir una guerra sin tener un claro vencedor, y, por tanto, un derrotado. En ese sentido, después del costo en vidas humanas, en recursos financieros, en equipo militar y en sanciones económicas por parte de occidente, para Rusia parece no haber otro resultado medianamente aceptable que no sea apoderarse de la región ruso parlante del Donbas, es decir, toda la zona este de Ucrania.
¿Cómo podría el resto de los países convencer a Rusia de un alto al fuego si no se le concede esta parte del territorio ucraniano? Vladimir Putin jamás permitiría un acuerdo en sentido contrario a estos objetivos.
Por otro lado, la postura de Ucrania a través del plan esgrimido por Zelensky vía remota es inflexible al exigir en el primero de sus cinco condiciones, “un castigo” a Rusia por tratar de apoderarse de territorio ucraniano. Es, decir, que cualquier intento de pacificación que deje impune a Rusia no será aceptado, así lo manifestó el presidente ucraniano: “aquellos que hablan de neutralidad cuando los valores humanos y la paz están bajo ataque quieren decir otra cosa…En realidad solo protegen sus intereses creados”.
Y es que si Ucrania pierde parte de su territorio -que además es una región altamente productiva- entonces de poco habrá valido la defensa que ha mantenido durante estos 7 meses, en donde la infraestructura del país ha sido arrasada.
Además, el dominio ruso del Donbas representaría una derrota dolorosa para Estados Unidos, Inglaterra y el resto de países europeos que han conspirado en diferentes formas en contra del gobierno de Putin, donde la última de estas maquinaciones ha sido la destrucción de los gasoductos Nordstream 1 y 2, un acto de sabotaje que ha sobrepasado todos los límites tolerables y que ha puesto al mundo al borde de la tercera guerra mundial.
Por lo que el papel del Consejo de Seguridad de la ONU que tenía como objetivo prevenir conflicto en el mundo ha quedado a la deriva con todo y las ilusorias propuestas de paz.
De acuerdo con el politólogo Paco Baeza quien actualmente escribe en el portal diariocambio ”El Consejo de Seguridad es obsoleto; a todas luces, es evidente su incapacidad ya no solo para solucionar los conflictos comunes, como los de Iraq o Siria, sino, incluso, aquellos que involucren directamente a las grandes potencias…”.
Ante la ineficiencia del Consejo de Seguridad el politólogo propone una urgente renovación ampliando el número de integrantes y su poder de veto…no suena mal, sin embargo, considero que las fuerzas intrínsecas que mueven a los países camino a la guerra son prácticamente incontenibles porque al final del día quien manda sigue siendo el Deep State…