Arturo Romero Garrido
Con todo el mundo prestando atención en el conflicto entre Rusia y Ucrania, situación que va en escalada día a día al punto de ver como las fuerzas del Kremlin ya avanzan hacia Kiev, el escritor e intelectual francés Thierry Meyssan publicó un resumen de varios artículos que ha elaborado en el curso de los últimos 20 años y que ha denominado “de la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump”, en donde pone a nuestra disposición mucha información y datos duros de las guerras (mini guerras) que han habido alrededor del mundo.
Llama la atención el análisis que realiza sobre la guerra con Irak allá en el lejano 2006, momento en el cual parte de la élite política americana comenzaba a ver con preocupación que el fin del conflicto estaba muy lejos por llegar, y no era para menos ya que en ese momento las tropas americanas llevaban cerca de 5 años en oriente medio.
De la preocupación genuina de los norteamericanos de empantanarse en un segundo Vietnam, Thierry Meyssan recalca que “después de la Comisión Baker-Hamilton, Estados Unidos vacila sobre cómo actuar. Trata de iniciar varias operaciones, como la < revolución verde > en Irán, y finalmente opta por el < liderazgo desde atrás >, una técnica de mando que pone en primera línea a sus aliados y evita el desgaste de las fuerzas estadounidenses”.
Ante lo que se está viviendo en estos momentos resulta por demás interesante preguntarnos ¿hasta dónde estarían dispuestos los norteamericanos a involucrarse en esta guerra entre Rusia y Ucrania?
Si revisamos el análisis de Thierry Meyssan podemos observar que los norteamericanos han optado por colaborar con sus aliados en diferentes conflictos con ayuda financiera, política, en especie (armas), etc., pero con una tendencia cada vez menor a participar de manera directa con sus tropas.
No es para menos, ya que además del costo económico que representa mover a tu ejército y mantenerlo ahí por tiempo indefinido se encuentra el altísimo costo político. Cabe recordar que el desgaste de la administración Bush por la prolongada guerra en Irak acabó con cualquier posibilidad de que el partido Republicano retuviera la Casa Blanca.
De ahí que las reacciones por parte de la administración de Joe Biden son catalogadas de timoratas.
Por ejemplo, después del duro mensaje de Vladimir Putin en el que anunciaba el arranque de una operación militar sobre Ucrania, el presidente Joe Biden señalaba que: “…más tarde hablaré con el pueblo estadounidense para anunciar las consecuencias adicionales que Estados Unidos y nuestros aliados y socios impondrán a Rusia por este acto innecesario de agresión…”
Siguiendo la misma línea discursiva la vicepresidenta Kamala Harris había declarado a diferentes medios que aplicarán sanciones económicas a Rusia en caso de que invadiera Ucrania. “Impondremos sanciones financieras de gran alcance y controles de exportación. Apuntaremos a las instituciones financieras y las industrias clave de Rusia" señaló.
A primera vista todo parece reducirse a imponer sanciones económicas, medidas adecuadas para persuadir a países de mediana categoría, pero insuficientes como para detener a Rusia.
Ahora que la guerra ha comenzado vale la pena reflexionar sobre una de las frases que nos deja el libro del arte de la guerra de Sun Tzu “La guerra es lo más importante para el estado, el terreno de la vida y de la muerte, el camino a la supervivencia o la desaparición. No puede ser ignorada.”
Si el presidente de Ucrania fuera un estadista y no un artista de profesión (que un día le dio ganas de probar suerte en la política) hubiera vislumbrado el gran peligro al que incurría el querer formar parte de una alianza militar con Estados Unidos e Inglaterra, porque eso es la OTAN, una alianza militar.
Hoy ya es demasiado tarde para todos aquellos que votaron por él se arrepientan, sus torpezas y falta de conocimiento (del presidente) los ha orillado a una espiral de la cual ya no podrán salir.
No quieren darse cuenta que su país -territorio ucraniano- pertenece al círculo de influencia ruso lo que significa que es un espacio en donde por ningún motivo V. Putin permitiría la presencia de tropas militares extranjeras.
En cambio, para los ciudadanos norteamericanos todo esto parece estar mucho muy lejos de casa como para envalentonarse a una guerra frontal con una superpotencia, mucho muy lejos como para arriesgar su propia existencia, muy lejos como para debatirse entra la vida y la muerte.
Si los líderes ucranianos entendieran lo que representa “el liderazgo desde atrás “sabrían que en los últimos tiempos los Estados Unidos vacilan en cómo actuar ante las guerras…y ya vemos que Rusia no.