Dr. Román Sánchez
No sabia que hacer, estaba tirada, salió corriendo, llorando, ojalá alguien la viera, le preguntara y mágicamente surgiera el apoyo, pero no fue así, todos le vieron y le ignoraron.
-Es que mi magresita, tosió y tosió, se pegó en el piso y no la pugre levantar- le miró el padre- vamos a tu casa y veamos que sucede- tomó las llaves, dos cubre bocas, y salió con Camila.
La tos era imparable.
- ¡Urge una ambulancia! colonia El progreso, calle Milagro mexicano, numero 7, habla el Padre Pedro, al parecer hay una victima más del virus; si, ya hemos salido y a la hija la hemos apartado de la población- Dijo y colgó su teléfono.
Llegaron, entraron protegidos, hombre de blanco, con camilla muy grande, se acercó uno a Pedro.
-Nada se puede hacer, dejo de respirar, es necesario aislar a la niña-.
-Camila, estos señores deben hacerte exámenes y debes irte con ellos-.
- ¿Pero mi magrecita? -.
-Ella esta con el Eterno creador de todo-.
Los siguientes días, fueron de eterna tristeza para Camila, no sabía lo que había pasado, sólo tenía el recuerdo del foco en medio del cuarto, del cómo su mamá poco a poco dejaba su sonrisa y le decía- ¿qué va a ser de ti mi pequeña? - en un llanto que terminaba en un sueño profundo interrumpido por una tos que no terminaba.
Salió del hospital, la gente le aplaudía, pues había salido adelante de la enfermedad, que como lobo acechaba a los más débiles de la manada.
El cuarto entre 40 cuartos más estaba clausurado, sombríos por una pintura quemada por el sol y lavada por las lluvias que se volvía un vapor salado, y áspero para el olfato.
-Irás con una familia, el albergue de ministerio no te acepto por esta pandemia que no para-
La casa de Camila, cerrada, con sellos del ministerio de la Familia, notificando que habían dado despensas cada semana y un bono de 25 mil monedas -Carroñeros de la desgracia- el Padre Pedro le dijo a Tania, siguieron caminando para ver a Camila…
Aforismo estratégico: Y llegó el día en que las hienas se comieron entre ellas…