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Éxodo de dos pueblos.

Columna de Arturo Romero Garrido

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Éxodo de dos pueblos.
23 ene., 2024
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Cuenta el segundo libro de la Biblia una historia por todos conocida, la huida del pueblo de Israel dirigido entonces por Moisés de las tierras dominadas por el rey de Egipto; el faraón.
El relato del éxodo es en sí una historia que exhibe tanto la desesperación de un pueblo por liberarse de su situación de esclavitud, así como su determinación para emprender acciones extraordinarias en pro de una solución a sus problemas existenciales.
Sin duda la decisión de escapar de Egipto e iniciar el éxodo a través del desierto en busca de la “tierra prometida”, es decir, de un lugar para poder asentarse y comenzar de nuevo – y desde cero- la creación de un Estado sigue siendo considerada una hazaña hasta nuestros tiempos y constituye para los devotos de la religión cristiana y judía un suceso que demuestra que la fe puede guiar y salvar el destino de un pueblo que atraviesa dificultades.
De hecho, para la mayoría de los creyentes el testimonio vertido en el éxodo es una muestra incuestionable de que por muy grandes que sean los problemas que pueda atravesar un pueblo, si éste se encuentra en la gracia del Señor entonces no hay barreras que sean infranqueables.
Solo así podríamos entender el misterio por el cual, en el momento en que los israelitas se encontraron encerrados por el desierto en todas direcciones, y, por tanto, sin salida alguna ante la persecución sin tregua de las tropas del faraón, las aguas del mar Rojo se abrieron sin óbice alguno.
Sin embargo, resulta interesante recordar que la condición de los israelitas en Egipto no siempre fue apremiante.
De acuerdo a lo que está escrito en la Biblia hubo un tiempo en que los israelitas pudieron convivir de manera armónica con los egipcios gracias a que José – quien en su juventud fuera traicionado y vendido como esclavo por sus hermanos mayores- logró establecer una relación de respeto con el faraón en turno, al grado de llegar a convertirse en uno de sus asesores más cercanos.
No obstante, si ponemos atención a los diferentes pasajes históricos de la humanidad encontraremos que las relaciones entre diferentes civilizaciones son dinámicas, es decir, cambian con el tiempo.
De modo que podemos descubrir periodos en los que dos pueblos interactúan de manera pacífica y productiva logrando así un aumento en su desarrollo económico y cultural y otros en los que simplemente asumen posturas irreconciliables y terminan por declararse enemigos.
¿Qué llevó al faraón de Egipto a cambiar su postura respecto a la relación de su pueblo con los israelitas?
Siempre hay una constante en todas aquellas figuras que han tenido la fortuna de detentar el poder; el temor a perderlo.
Si los israelitas continuaban creciendo en una cantidad mayor a los egipcios tarde o temprano llegaría el día en que la relación de poder dentro del Estado terminaría inclinándose en favor de los judíos.
Menciono todo lo anterior porque resulta importante poner en relieve que este suceso que data de hace más de 3000 años permanece vigente para los dirigentes sionistas del Estado de Israel en nuestros tiempos.
Y es que una vez que tanto Estados Unidos como la Unión Soviética –países que administraban la política internacional en aquel momento- reconocieron el Estado de Israel su estado profundo estableció como uno de sus objetivos fundamentales la ocupación del todo el territorio palestino.
Utilizando justificaciones a la vez divinas como morales los dirigentes sionistas – históricamente ligados al Imperio Británico-  nunca han concebido la coexistencia de dos Estados uno judío y otro árabe en un mismo territorio.
Lo que demuestra que el racismo sigue más vigente que nunca porque al final del día lo que estamos viendo en la Franja de Gaza con el ataque despiadado de las fuerzas israelís es una persecución étnica.
De acuerdo a diferentes portales informativos los bombardeos por parte del Estado de Israel han destruido cerca del 80% de la infraestructura existente de los palestinos; edificios, escuelas, hospitales, etc.
Por tanto, la intención resulta clara; destruir todo lo que está en pie para dejarlos sin nada y así obligarlos a que se retiren de la región.
Ante la falta de los elementos más básicos para poder subsistir –falta de agua y comida- la única salida que tendrán las familias será emprender el camino por el desierto, por lo que tendremos nuevamente un nuevo éxodo en la región.
No cabe duda que el camino a la libertad sigue siendo una tarea inconclusa para la humanidad.
Por último, así como el mundo entero puede leer en la Biblia la narrativa de como los egipcios trataron de esclavizar al pueblo de Israel y fracasaron en el intento, la historia de la persecución y exterminio del pueblo palestino será recordada por los siglos de los siglos por las terribles imágenes compartidas por los medios de comunicación y por el arresto de Sudáfrica de denunciar ante la Corte Internacional de Justicia las atrocidades cometidas.


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