Columna de Opinión por Arturo Romero
El mundo unipolar liderado por los Estados Unidos desde inicio de la década de los 90 se resquebraja lentamente y a su paso deja una estela de disputas generalizadas en todo el mundo.
Dentro de estas disputas alrededor del mundo, sin duda los dos conflictos armados más importantes dado su relevancia geoestratégica son sin duda alguna la guerra entre Rusia y Ucrania llevada a cabo en campo europeo y el ataque de Israel sobre el estado de Palestina ubicado en medio oriente.
Estos dos enfrentamientos se han caracterizado por desarrollarse básicamente en tierra, a veces en campo abierto y en otras ocasiones dentro las mismas ciudades –al más puro estilo de Stalingrado-.
El mejor ejemplo de lo anterior lo tenemos en la batalla de Bajmut convertida en una disputa de casa por casa y calle por calle y la cual es considerada por los expertos que llevan siguiendo la evolución del conflicto día a día como la más sangrienta hasta el momento.
Sin embargo, el hecho de que hasta ahora la mayoría de las disputas entre los diferentes países se esté desarrollando dentro de tierra no quiere decir que siempre vaya a ser de esta manera.
Si continua la escalada en las tensiones entre los diferentes actores es muy probable que las acciones militares comiencen a utilizar el mar como campo de operación.
Nada nuevo bajo la mesa, en realidad es el proceso natural que se desarrolla cuando un conflicto regional va en aumento.
Tal es el caso del ataque de Israel en contra del pueblo palestino, un conflicto eminentemente dentro de tierra que no termina, por el contrario, se sigue alargando y entre los efectos secundarios que ha generado ha sido la reacción de los hutíes -grupo de insurgentes- quienes han estado realizando ataques esporádicos en contra de barcos petroleros y de contenedores que suelen utilizar el mar rojo como ruta comercial.
El ataque a los buques comerciales ha generado la desconfianza natural por parte de las grandes navieras del mundo quienes han optado por emplear otra ruta comercial para evitar la pérdida del cargamento o del barco entero.
Por su parte, los hutíes han declarado que solamente el alto al fuego total en Gaza será la única forma por la cual detendrán sus ataques, es decir, no hay para cuando se regrese a la normalidad en el mar rojo.
Para comprender mejor la relevancia de llevar un conflicto de esta naturaleza fuera de tierra –es decir al mar- merece la pena leer lo que en estos últimos días escribió el geoestratega Akram Kharief quien señaló que: “Para las empresas de transporte marítimo ha sido una auténtica catástrofe, ya que el paso forzoso por el Cabo de Buena Esperanza añade más de 5.400 kilómetros (6.000 millas náuticas) y de 8 a 10 días a los barcos que unen los puertos de Shanghai y Rotterdam (la referencia del transporte marítimo). Esto es una catástrofe para los productores europeos, cuya eficiencia económica se basa en stock cero y entregas justo a tiempo a China”.
Aquí entran todo tipo de industrias, por ejemplo, todas aquellas que trabajan bajo el concepto just in time como suelen serlo las del sector automotriz han visto trastocado su proceso logístico y no han tenido otra alternativa que detener por algunos días la producción de algunas de sus plantas establecidas en Europa.
De acuerdo a Akram Kharief el sector energético ha sido el más vulnerado por los ataques hutíes ya que: “los transportistas y las refinerías, BP, Shell, Equinor, Edison, Qatar Energy, Valero Energy han dejado de encaminar sus barcos a través del Mar Rojo… Esto ha repercutido en el precio del transporte de productos petrolíferos”.
Pero los ataques a barcos comerciales no lo son todo en las guerras modernas híbridas.
En los últimos días la prensa europea dio a conocer que al menos 4 cables submarinos encargados de brindar el servicio de internet a diferentes países de Medio Oriente, África y Asia menor fueron dañados mediante un ataque programado. El saldo; ciudades enteras sin el servicio de internet.
De acuerdo a cifras que se pueden buscar rápidamente en internet en el mundo existen más de 500 cables submarinos que cruzan mares enteros lo cual nos lleva a pensar que no existe infraestructura submarina en el mundo que esté exenta de un ataque certero.
Es menester señalar que hasta el momento no queda claro quién fue el autor de dicho ataque submarino, caso similar al de Nord Stream…ufff.
Todos los acontecimientos antes señalados me llevan a recordar que a principios del siglo XX el geopolítico norteamericano Spykman desarrolló una teoría complementaria a la de Mackinder en la que estableció la importancia fundamental de controlar los mares –sus accesos y los eventos que suceden en sí mismos-.
En ese sentido, lo que estamos presenciando –por lo menos así lo considero yo- es el preámbulo de la disputa por el Ringland.
Seguramente no tardaremos mucho en confirmarlo.
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