Arturo Romero
La pobreza es sin duda el principal motor de las fracturas sociales, los resentimientos que genera subyacen en las profundidades del alma los cuales al almacenarse durante mucho tiempo se constituyen así mismas en una fuerza en ebullición que al liberarse genera estragos entre nosotros.
Dado que la naturaleza del hombre es vivir en sociedad y no aislados, al final del día cada hombre termina por formar parte de un todo, por lo que tarde o temprano lo que sucede en otros lugares termina por incidir en tu vida ya sea para bien o para mal.
Entendiendo lo anterior resulta más fácil entender que cada uno de nosotros debemos interesarnos y obligarnos para con todos.
¿Con todos? Por supuesto, con todos aquellos con los que convivimos e interactuamos día con día.
Antes de continuar es sumamente importante hacer una aclaración; la pobreza si bien es cierto se refiere a la falta de recursos económicos para poder adquirir un bien o pagar un servicio, también aplica el término para aludir a la falta de motivación, de determinación o, peor aún, a la carencia de principios éticos.
Evidentemente cualquiera de los dos tipos de pobreza –económica o espiritual- representa una barrera para el desarrollo personal y en su conjunto, un impedimento para alcanzar un humanismo universal y trascendental.
Ahora bien, la acumulación de la riqueza en pocas manos ha desbordado de una manera sin precedentes la insuficiencia económica de la gran mayoría de la población.
En México las cifras apuntan a que existen alrededor de 50 millones de pobres, una cifra difícil de concebir.
Lo anterior nos debe de llevar a reflexionar sobre la situación real que se vive en el país -en el México profundo- para después dilucidar posibles acciones que modifiquen el estado de las cosas.
Al respecto, todos coincidimos que la clase política que ha dirigido al país se encuentra en deuda con el mismo ya que no ha sido capaz de contener el efecto de acumulación de la riqueza en pocas manos, al contrario, en muchas ocasiones la ha propiciado.
Tampoco ha sido eficaz en crear mecanismos que procuren una repartición justa del presupuesto, aunque últimamente parece que lo están logrando a través de los programas sociales.
Otro factor fundamental fue que olvidaron por mucho tiempo la promoción de los valores más elevados inculcados por el Estado hacia el pueblo.
Recuerdo que desde hace más de 40 años el expresidente Miguel de la Madrid comentó entes de asumir el ejecutivo del país que a México le urgía una transformación social, transformación que se debía fundamentar en tres elementos esenciales: disminución de la corrupción, castigo a los corruptos y la promoción de valores éticos a las juventudes…pues ninguno de los 3 logró realizar.
Quiero precisamente abundar un poco más acerca de la importancia de los valores, de la generosidad en particular como elemento clave para la verdadera transformación social de nuestro entorno.
Para ello resulta esencial leer la carta que recientemente escribió desde Argentina el reconocido padre Facci –fundador del movimiento Hogares Nuevos- a las familias de habla hispana: “La persona generosa siempre busca soluciones, quien no es generoso, sólo pone palos en la rueda”.
Cuántas veces hemos visto a algún amigo o conocido desbordarse de una forma aterradora y perderse por mucho tiempo en el limbo a la espera de que alguien lo rescate.
En muchas de estas situaciones no es el dinero lo que se requiere para salir del embrollo, basta con una buena compañía, con un buen consejo.
Si el sentido de generosidad –acción que se genera a través de un sentido de amor por el prójimo- estuviera más arraigado desde temprana edad estoy seguro que podríamos crear una nueva clase política de verdad.
Analizando la carta del padre Facci deseo resaltar lo siguiente: “La generosidad se manifiesta con los compañeros de trabajo, con los vecinos, en definitiva, con todas las personas que se cruzan en el camino”.
En verdad, qué bonito es convivir con personas generosas, resueltas a dar de sí en todos los sentidos.
Finamente, deseo cerrar con una frase del reconocido educador Paulo Freire al referirse a la importancia de las transformaciones sociales:
“A los desharrapados del mundo
y a quienes, descubriéndose en ellos,
con ellos sufren
Y con ellos luchan”.
…¡Actuemos en consecuencia!
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