Arturo Romero. ✍🏻
El ascenso económico de China en los últimos años lo ha llevado a convertirse en la fábrica del mundo.
Para nadie es un secreto que desde hace algunos años todos los productos que uno encuentra en el mercado o centro comercial se elaboran en alguna fábrica de aquél país.
Asimismo, debemos destacar que la calidad de la manufactura proveniente de China ha presentado un desarrollo notable.
Recuerdo perfectamente que en un principio la mayoría de su producción era catalogada como producto de baja calidad al grado de considerarlas baratijas de segunda.
Hoy, sin embargo, han demostrado ser capaces de incursionar y competir en los mercados de mayor valor con productos de altísima calidad al tiempo que mantienen costos por debajo de la competencia.
Un buen ejemplo de lo anterior es la invasión de los autos eléctricos chinos alrededor del mundo y es que sinceramente parece que los autos chinos lo tienen todo; diseños atractivos, acabados de lujo y precios inigualables para el resto de la industria americana, europea y japonesa.
Este crecimiento económico -sin paralelos en la historia de la humanidad- está llevando a China a desplegar una expansión en todos los sentidos, es decir, no solamente en cuestión industrial, sino también cultural y territorial.
Es claro que la expansión China es de alcance global y para lograrlo concibieron el ambicioso programa de la Ruta de la Seda.
En principio, la Ruta de la Seda tenía origen dentro de su país para después entretejer sus redes a través de Asia conectando diferentes países por medio de trenes rápidos de carga y pasajeros.
Avanzados en gran medida en su interconexión por Asia ahora sus intereses e intervenciones están aterrizando en América Latina donde han estado convenciendo a diferentes países de obtener beneficios económicos si aceptan abrir sus puertas a las inversiones chinas.
Tal es el caso de la construcción del mega puerto de Chancay ubicado a 70 kilómetros de Lima a cargo de una empresa estatal china de nombre Cosco Shipment, gran obra de infraestructura que promete convertir a Chancay en un punto de conexión estratégico para toda la región.
Después de 7 años de construcción la obra parece estar llegando a su fin con cerca de 140 hectáreas de desarrollo integral y 4 amarraderos listos para cargar granos y contenedores.
Literalmente su visión es: “Convertirse en el puerto marítimo más importante del Pacífico Sur.”
Resultará interesante observar el impacto real que tendrá el mega puerto en la economía de Perú en los próximos años, pero también las consecuencias geopolíticas que puede acarrear.
De hecho, ya han comenzado a surgir en diferentes medios digitales ingleses y norteamericanos – no muy populares todavía- la preocupación de que este puerto pueda convertirse con el tiempo en un punto de conflicto entre Estados Unidos y China.
Los críticos señalan que Chancay no solo aspira a convertirse en un mero puerto comercial, sino que aspira a convertirse en una cabeza de playa de la marina china en América Latina…cierto o no las alarmas en Estados Unidos deberían de encenderse.
Por ejemplo, recientemente el profesor Robert Ellis quien se ha encargado de estudiar las relaciones de China en América Latina señaló que: “Si hay un caso ejemplar para el uso de un puerto comercial por parte de los chinos para recibir y reabastecer buques de la armada china en el hemisferio occidental durante una guerra con Estados Unidos, o utilizar subrepticiamente un puerto comercial para fines militares, es éste”.
Aunque es una realidad la multifuncionalidad del puerto de Chancay dado su tamaño y posición geográfica, Robert Ellis elude señalar que en estos momentos China es el menos interesado en una confrontación armada.
No obstante, destaca su genuina preocupación por el deterioro del orden basado en reglas instaurado por Estados Unidos para el continente americano.
La Doctrina Monroe que ha estado vigente desde el siglo XIX y que desde entonces actúa como contención a las pretensiones de potencias extranjeras comienza a dar señales de agotamiento.
Mientras tanto, nos tocará ver qué países se van integrando a la fila de espera de las mega inversiones chinas, así como de las represalias norteamericanas.
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