No se cumplieron dos años para Amlo

por Vicente Tlachi

No se cumplieron dos años de tener a AMLO como presidente de la República Mexicana. Entiéndase. Esos dos años se cumplen el 01 de diciembre de 2020. Se cumplieron dos años del triunfo electoral sobre la gente de siempre, del dedazo que encubría con tintes de democracia al PRI para ungir a un gris y nada carismático José Antonio Meade, cuando bien podría haber sido otro, el único problema es que no había nadie más en ese instituto político; se cumplen dos años de la trampa electorera en el interior del PAN para que se irguiera como candidato a Ricardo Anaya, cuando lo mejor que había hecho en ese partido era perfilarlo como una buena opción, pero este hombre hizo caso omiso de las masas quienes veían con afecto a Margarita Zavala como su representante azul y cuál fue el resultado, una calamidad para el PAN, porque ese segundo lugar se lo debió repartir entre Movimiento Ciudadano y el hoy inexistente PRD. ¿Acaso no se acuerdan de eso?

No se cumplen dos años de vivir como Venezuela porque Amlo sea presidente. ¡Por Dios! México con Peña Nieto, con Calderón y Fox no eran Finlandia, Noruega y Países Bajos donde la educación es gratuita, gracias a un sólido sistema de impuestos, y donde trabajas cinco días a la semana, no doblas turnos, tienes cuarenta días de vacaciones, hay una taza de criminalidad a la baja. México era y es un país de Latinoamérica. Un país que, de acuerdo a lo indicado por la ONU, la OMC, y el FMI es tercermundista. ¡Entiéndase de una vez! Un país de tercer nivel. Así que un PELIGRO PARA MÉXICO ya estaba con Peña Nieto, Calderón y Fox, Zedillo, Salinas: el neoliberalismo.

Repito una vez más: No se cumplen dos años de vivir con un buen sistema de salud, porque ese lo fregaron los gobiernos de Peña Nieto, Calderón y Fox, quienes presentaban ante los reporteros sendos edificios de salubridad, con equipamiento y hasta con personal calificado y de sobra, cuando en realidad, lo único que hicieron fue hacer circo-teatro-maroma, porque apenas se iba el presidente y su comitiva, todos esos aparatos desaparecían, todos esos médicos y enfermeras desaparecían, lo único que quedaba era el edificio y unas cuantas personas a su cuidado. La verdad, yo lo vi varias veces que me invitaron a cubrir la noticia como fotógrafo. Así que no estoy mintiendo. Y ahora la gente sale con sus exigencias: no hay medicinas, no hay médicos, no hay enfermeras. ¡Carajo! Cuando el presidente se iba, también se iba el presupuesto. La gente quiere cuidados médicos (y más en esta pandemia), pero si un hospital no tiene el equipamiento ni el personal, no sirve de nada. Y eso cuesta dinero. Y ese dinero se lo llevaron los de arriba. Y a esos hay que juzgarlos.

No se cumplieron dos años del triunfo de Andrés Manuel, pero sí dos años en que hay cierto tipo de personas que se la pasan chinga-chinga, diciendo: Estuvo durante dieciocho años ladrando como perro (no sé qué otro animal ladre) que él cambiaría todo, y no ha hecho nada.  ¿Acaso encarcelar Emilio Lozoya, Rosario Robles no es tener capacidad, así como llenar el expediente para cercar y mandar al tambo a Romero Deschamps no es tener valor? ¿Acaso no es hacer nada hacer que Femsa, Telmex, Soriana y otras empresas pagaran sus impuestos? Y qué me dices de esas carreteras hechas por ciudadanos de pueblos olvidados de Oaxaca, Guerrero, quienes incluso hasta han devuelto dinero. Mejor aún, qué me dices de esas pensiones que reciben las personas de la tercera edad, de esas canastas básicas que reciben gracias a la Secretaría del Bienestar (te apuesto que hay panistas y priístas metidos en esas filas, o gente que está chinga y chinga contra el presidente pero bien metidos en esas filas, y ya sé que me dirán: “Fox inventó las pensiones para adulto”, de verdad, infórmate, el que las puso fue Amlo cuando era Jefe del Distrito Federal y para no verse tan mal el presidente, las empezó a dar).

Lo que sí debe festejarse en estos dos años es el triunfo de la democracia ese inolvidable 1 de julio del 2018. Pero, pareciera que hay un grupo de personas con actitudes racistas, clasistas y despreciativas hacia aquella gente de pueblo, de barrio, de la fábrica, de la mina, de los mercados populares, de los pueblos más inhóspitos, que votaron por el cambio de estafeta, que votaron por un gobierno de izquierda. Esa gente clasista y racista son aquellos como Gilberto Lozano que pide un golpe de estado, un tal Ferriz de Con que dice que ya está harto y quiere organizar un golpe de estado, un Calderón que está hambriento de poder (ese sí es un peligro para México), y toda esa prensa chayotera que se la pasa generando noticias malas, cuando el verdadero sentido y significado de la palabra noticia es la novedad.

Cierto, habrá mucha gente que no le gustará mi texto, me tachará de pro-amlo, de vendido, etcétera. Sólo soy un profesor universitario, un escritor sin fama de cuentos y novelas, un hombre que ha sido tachado por sus vecinos como “intelectual” y que se da cuenta de una verdad inexorable: cuatro o cinco camionetas proyectadas en cámara cerrada, pidiendo la renuncia de Amlo, no se me hace la gran noticia, tampoco es una gran noticia ese titular con letras grandes: “son la voz de todos los ciudadanos” en periódicos como el Universal y Reforma.  Deberían darse cuenta que más de 50 millones de ciudadanos votaron ese 1 de julio 2018 y que esa noche se escuchó una sola voz: que su voto había servido para algo.