Yucatán
José Eduardo Ravelo Echevarría, mejor conocido como “el Güero”, fue violado y golpeado por policías en Mérida, lo cual ocasionó su muerte. Su madre, María Ravelo Echevarría, pidió apoyo a las autoridades y al no ser escuchada, acudió al Palacio de Gobierno con el féretro del joven para exigir justicia. Aunque le comunicaron que ya hay personas detenidas por los crímenes, ella declaró que luchará hasta que los responsables sean sentenciados.
José Eduardo siempre fue muy independiente, recordó María en entrevista para Informe Fracto. Por eso a su familia no le sorprendió que en el 2020 comenzara a planear su mudanza desde Veracruz hacia la capital yucateca, con el objetivo de encontrar un trabajo que le permitiera mejorar su calidad de vida.
“Él era rebelde. Se quería comer al mundo de un solo bocado. Yo le dije que estaba bien que volara con sus propias alas, pero que tuviera cuidado […]. Él se consideraba guapo y por eso creía que no le podía pasar nada malo, pero yo le decía que tuviera cuidado, porque no toda la gente es buena”, relató la mujer.
El pasado mes de abril encontró una opción y se trasladó a esta ciudad. No ocurrieron grandes eventualidades, hasta que el martes 22 de julio el joven llamó a su madre por teléfono, para pedirle ayuda: había sido violado y golpeado por policías.
De acuerdo con lo que le contó a María, los hechos ocurrieron el 21 de julio entre las 10 y 11 horas, cerca del parque de San Juan. Él estaba dirigiéndose a una entrevista laboral cuando unos uniformados lo detuvieron. Le dijeron que parecía “sospechoso” y comenzaron a hacerle preguntas: su dirección, si vivía solo, de dónde era originario, etcétera.
José Eduardo contestó el interrogatorio, pero cuando quiso retirarse le dijeron que no podía irse porque “seguía siendo sospechoso”. Lo esposaron y subieron a una patrulla, donde lo agredieron sexualmente. También le propinaron golpes.
Aunque los recuerdos del joven eran confusos, debido a las lesiones, comentó a su madre que comenzaron a dar vueltas a bordo del vehículo, lo cambiaron a otro y después lo llevaron a un “cuarto o pasillo”, donde lo violaron nuevamente.
Al principio, María no daba crédito a lo que su hijo le contaba. “Le dije que no le podía creer que la policía hubiera hecho eso. Y me dijo ‘Sí, mamá, ¿cómo me voy a imaginar que me están violando?’”, narró.
La madre del joven le aconsejó acudir al hospital o a poner una denuncia, pero José Eduardo tenía miedo. “Me dijo que si los policías lo violaron y golpearon, lo iban a matar. Le dije que no todos los policías son malos y que fuera. Pero tampoco tenía dinero, porque le quitaron todo, hasta sus papeles, y con trabajo podía caminar”, describió.
María consiguió dinero para trasladarse a Mérida, y al día siguiente partió. Llegó a la ciudad el 24 de julio, y se encontró al joven triste, adolorido. No podía respirar bien. La tos persistente le impedía acostarse y también vomitaba sangre. Se dirigieron al Hospital General “Agustín O’Horán”, pero no recibieron la atención que esperaban.
“Se supone que cuando es un caso de violencia sexual se da parte al Ministerio Público, pero cuando mi hijo dijo lo que había pasado, el doctor le preguntó si era gay. Él contestó que no, y yo le dije al doctor que aunque fuera gay, él tiene derechos, toda persona tiene derechos y no tienen por qué violentarla de esa manera. Él respondió que hizo la pregunta porque a lo mejor lo confundieron con una mujer”, detalló María.
El especialista ordenó unas placas, con costo de 400 pesos, pero la mujer no tenía ese dinero: apenas había logrado juntar para el transporte. Entonces acudieron a la Fiscalía General del Estado (FGE), donde en el lapso de cinco horas presentaron la denuncia, con la cual se abrió la carpeta de investigación 433/2021.
Un médico legista confirmó la agresión sexual y las agresiones, por lo que lo trasladaron al hospital O’Horán. En el nosocomio, detectaron que José Eduardo tenía un pulmón perforado. Al día siguiente, lo intubaron, pues no podía respirar bien. Después lo trasladaron al área para pacientes de Covid-19, aunque María insistió en que no tenía la enfermedad.
La familia consiguió una ambulancia para trasladar al joven a Veracruz, pero el doctor recomendó no moverlo. El pasado lunes presentó una leve mejoría, y la madre de José Eduardo tuvo la esperanza de que su hijo sobreviviera. Sin embargo, a las 8:40 horas del martes 3 de agosto, falleció. La causa de la muerte fue un síndrome de disfunción orgánica múltiple, debido a un politraumatismo es decir, su muerte ocurrió a consecuencia de los golpes.
El jueves 5 de agosto, María acudió a la Fiscalía a levantar una denuncia por homicidio, la cual quedó asentada en la carpeta 64/2021. También presentó una queja ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CODHEY), contra los policías y el primer médico que atendió a José Eduardo en el O’Horán, quien lo cuestionó por su sexualidad.
Ese mismo día, en la noche, le entregaron el cuerpo del joven. María y su hijo mayor, Irving Covián Ravelo, lo velaron en la funeraria “Nieves”, cuyo propietario, Andrés Nieves Cervantes, les brindó asesoría legal y es quien está llevando el caso de José Eduardo.
Ayer por la mañana recibieron a la prensa local y agradecieron a la ciudadanía por las donaciones económicas que les otorgaron para que pudieran pagar el funeral. También denunciaron que ni el Gobierno del Estado ni el Ayuntamiento de Mérida se acercaron para brindar algún apoyo.
Vía Informefracto.com
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