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Vicente Fernández: pero sigo siendo el Rey

Lo cierto es que desde que ganó fama jamás dejó de vestir esas ropas de charro y enfundarse la pistola en cada uno de sus conciertos, que fue un hombre que prefirió cantar en palenques y no en el Palacio de Bellas Artes con tal de estar con su gente.

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Vicente Fernández: pero sigo siendo el Rey
12 dic., 2021
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por Vicente Soriano Tlachi

Aquel día llegué a la Ciudad de Guadalajara procedente de Monterrey en un vuelo charter. Esa vez asistía a un Simposio con profesores dedicados a la enseñanza de la Ética para reforzar las herramientas docentes. Era un 16 de mayo del 2016. Un mes antes Vicente Fernández se había despedido de los escenarios en un espectacular concierto en el estadio Azteca con más de 90 mil espectadores. “El día que me encuentre a Donald Trump le voy a escupir la cara”, dijo antes de cantar.

Diez minutos después de haberle dicho al chofer que me llevara al Campus Tec y tras escuchar por la radio de una carambola hacia la desviación a Zapopan, le comenté que me llevara a conocer al Chente para saber si era cierto que se echaba un trago con sus visitantes. Pensé que pondría alguna excusa, pero fue todo lo contrario. Incluso, alabó mi gran idea.  

--Cree que lo encuentre –dije como si estuviera a punto de tramar un ardid.

--Chance y sí.

--Pues dale mijo, que pa luego es tarde.  

No tardamos en llegar al Rancho Los tres potrillos. Tuve la suerte de encontrar las puertas abiertas. La verdad, no quería perder el tiempo en saber cuántos caballos, sillas para montar y sombreros había por ahí, tampoco saciar mi hambre en el restaurante, tan solo tenía ganas de conocer en persona al cantante. Y pues se me cumplió el capricho de una forma accidental, dado que Vicente ya se iba sepa Dios qué rumbos. Como llevaba un celular tan chafa, la foto no salió con la resolución esperada. Y es algo que lamenté esa mañana mientras iba hacia el campus a pesar de que don Vicente me dijo que volviera otro día para hacerle una entrevista larga y exhaustiva. Y hoy que ha dejado de existir lamento tanto haber borrado esa evidencia como haber vuelto a ese rancho.  

Vicente Fernández Gómez nació un 17 de febrero de 1940 en Huentitán el Alto (estado de Jalisco). Por provenir de orígenes humildes, abandonó los estudios primarios para trabajar en varios oficios para ayudar económicamente a sus padres (él ranchero y ella ama de casa). Desde los ocho años supo a quien quería parecerse. Y vaya que llegó a superarlo, al menos con una sólida discografía y al hecho de que nunca perdió el timbre de su voz. Nos referimos a Pedro Infante. Desde esa edad ya cantaba las canciones emitidas en la radio. En la adolescencia, Fernández trabajó como granjero, limpiabotas, albañil, pintor y cuidador de caballos, pero su inquietud musical le hizo ir a la Ciudad de México, donde conoció al Mariachi Amanecer, de Pepe Mendoza, con quien trabajó por un tiempo.

Después de estos conciertos, Vicente Fernández participó en el grupo Mariachi Aguilar con Felipe Arriaga y se presentó en el Teatro Blanquita de México. Fue por esa época que conoció a Raúl Velasco, le vio potencial para salir en la televisión y lo invitó a participar en la barra musical de ese mítico programa, “Siempre en domingo”. Por supuesto, no sólo causó una profunda impresión en el público femenino, sino que ganó la simpatía de los hombres por ese porte de macho, que lo parecía poner al mismo nivel que Jorge Negrete y Pedro Infante; además, por esos años el público necesitaba de un nuevo rey de la música regional mexicana, sobre todo tras la muerte de Javier Solís y aunque estaba Antonio Aguilar, su inclinación hacia la música campirana podía provocar el fin de la música ranchera en voces como Cuco Sánchez o Miguel Aceves Mejía. Fue así como CBS, dependiente de SONY, le ofreció un contrato y grabó su primer álbum, El Fabuloso Vicente Fernández (1965), donde venía la canción: “Volver, Volver”, una tragedia amorosa transformada en ranchera que lo catapultaría a nivel internacional.

El rey de la música ranchera cantó por más de 50 años, vendió millones de copias de sus más de 100 discos. En cada una de esas canciones nos hizo “respirar por la herida”, y también a darnos cuenta que “también de dolor se canta cuando llorar no se puede”, tras entregar “las llaves de mi alma”.

Si bien fue un hombre denostado por las feministas por macho, la verdad es que el hombre pecaba de sincero y hasta causaba risa en cada una de sus declaraciones. Yo alguna vez le escuché decir el siguiente consejo en un concierto: Un buen ranchero debe tener 2 cosas en la vida: Una buena vieja y una buena mula. Qué la mula no sea muy vieja y que la vieja no sea muy mula.

Lo cierto es que varias de sus canciones enaltece a las mujeres, o los compositores que él interpretó saben qué lugar ocupa la mujer en el mundo. Por ejemplo, cuando un hombre está mal hablando de ellas en una cantina, uno con más experiencia y encanecido lo encara, tan solo para decirle: Las horas más hermosas de mi vida/ Las he pasado al lado de una dama/ Pudiéramos morir en las cantinas/ Y nunca lograríamos olvidarlas/ Mujeres, oh mujeres tan divinas/ No queda otro camino que adorarlas. Además, concuerdo con lo expresado en la siguiente letra, porque no solo hay sabiduría sino un total reconocimiento a la mujer: Porque al paso del tiempo jamás me encontré ningún otro ser/ Que provoque ternura, pasión y locura con tanto placer/ Porque no cambiaría por nada del mundo el momento aquel/ De la entrega sublime y el beso extasiado, bendita mujer.

Fue nominado a 13 Grammys latinos (ganó 3) en su carrera, e incluso hay una estrella en el paseo de la Fama en Hollywood con su nombre. Hugo Chávez hasta lo condecoró con Medalla Orden de los Libertadores en Venezuela, condecoración que le costó muy caro a Vicente, porque no pidió permiso al gobierno mexicano y durante diez días fue un indocumentado en su propia tierra. Y al igual que Pedro Infante hizo una carrera cinematográfica, si bien no tan firme y sin precedentes como lo hiciera el charro de Guamuchil, al menos algunas de sus películas no aburren como La ley del monte. Cuentan que el día que lo llevaron a grabar su primer película "Tacos al Carbón", la gente del cine dijo su educación era muy limitada. Alejandro Galindo, el director, dijo que  Si metían a la escuela al charro más famoso de México le quitarían su esencia.

Si bien se despidió de los escenarios un 16 de abril de 2016, desde esa fecha hasta el día de su muerte no dejó de estar el ojo del huracán, provocando que no tuviera una partida hacia el más allá de manera digna, aunque ya esté circulando un meme donde lo vemos cantando las mañanitas a la Virgen de Guadalupe. Fue criticado por su abierta cercanía al PRI. Por rechazar un trasplante de hígado de alguien que tal vez fuera homosexual o drogadicto, porque temía que se le volteara el chirrión y se le fuera antojar  un chamaco; además, salieron videos donde era notorio el manoseo a mujeres cuando él posaba para las fotografías allá en su rancho, sobre todo con jovencitas. Por si fuera poco, si bien despreció el comportamiento gay de Juan Gabriel, se hizo de la vista sorda con la homosexualidad de su hijo Alejandro, y jamás logró dar respuesta a las acusaciones que pesan sobre su hijo Gerardo Fernández en torno al narco.   

A las 6:15 de la mañana de este 12 de diciembre de 2021 en la cuenta oficial del cantante se daba cuenta de su fallecimiento. Quién sabe si la música regional mexicana tenga un hombre de su talla, cuando cantantes como Alejandro Fernández, Pedro Fernández, Pepe Aguilar y hasta Luis Miguel tienen una fuerte inclinación hacia la balada, aunque tiendan aun vestirse con ropas de charro en sus conciertos.

Se ha ido el hombre que una vez dijo: “Hay una cosa que no se compra ni con todo el oro del mundo y eso ustedes siempre me lo han regalado sin que tenga que ponerles una pistola en la cabeza, Su presencia, su cariño, su respeto y sus aplausos”. Lo cierto es que desde que ganó fama jamás dejó de vestir esas ropas de charro y enfundarse la pistola en cada uno de sus conciertos, que fue un hombre que dio un hermoso cariño y no fue una marioneta al cantar en palenques y no en el Palacio de Bellas Artes con tal de estar con su gente y dejar en claro que él seguía siendo el Rey.

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