Si el signo de nuestro tiempo es la búsqueda de la verdad, redescubramos entonces los hechos históricos de la nación y a sus protagonistas como es el caso de Don Porfirio Díaz.
Revaloración Histórica de Don Porfirio.
El aparato de deslegitimación que ha empleado el Estado mexicano a lo largo de diferentes administraciones para convencer a la opinión publica de que la figura de Porfirio Díaz representa la peor versión del abuso del poder político en México ha dado resultados.
Al respecto, es posible que en un principio esta estrategia mediática haya sido conveniente y necesaria para tratar de serenar al país en momentos en que la efervescencia política estaba al límite y las condiciones sociales eran paupérrimas.
Eran los tiempos en los que se ponía punto final a la revolución mexicana, movimiento social que trajo consigo el derrocamiento de una dictadura de más de 30 años y, por tanto, un cambio de control político en el país a costa de una década perdida de desarrollo económico.
En aquel momento en el que México se encontraba devastado por la prolongada lucha armada lo que la mayoría de los mexicanos deseaba era un cambio de rumbo que los llevara a transitar en armonía y en paz.
En esa nueva era los diferentes liderazgos a lo largo del país se fueron adaptando a la nueva forma de hacer política y que derivó en el surgimiento del partido oficial PRM y luego PRI, donde todos ellos se vieron obligados a coexistir de manera pacífica dentro de un nuevo marco institucional.
Ahora, normalmente siempre que se generan cambios de esta naturaleza se suele culpar al pasado de todos los males habido y por haber, y esta no podía ser la excepción.
Los nuevos dirigentes establecieron como lema de partido “Instituciones y Reforma Social” porque los consideraron como los elementos que requería el país para su transformación. A su vez, determinaron que el atraso del país se debía total y completamente a las consecuencias desastrosas de una dictadura que tenía sometido a los ciudadanos.
Desde ese momento la nueva clase política tuvo el slogan perfecto para promover sus intereses y al villano perfecto para verter en él todos los males del país.
Ya con el paso de los años y con el ataque sistemático a la figura de Porfirio Díaz los mexicanos fuimos perdiendo la capacidad de elaborar un análisis serio, a profundidad, pero sobre todo imparcial de la vida del oaxaqueño.
Si el signo de nuestro tiempo es la búsqueda de la verdad, redescubramos entonces los hechos históricos de la nación y a sus protagonistas. Así pues, que mejor momento para realizar nuevas consideraciones históricas respecto a la figura de Porfirio Díaz y las consecuencias de sus actos que el presente.
Al respecto, tan solo quisiera compartir un capítulo que sucedió poco después de la victoria militar por parte de los liberales en Puebla.
Una vez instaurada la República, el presidente Benito Juárez expediría en el mes de agosto la Ley de la convocatoria para las elecciones de los poderes de la Unión…todo parecía indicar que el proceso Reformador continuaría su rumbo.
Entonces la más alta esfera del poder en México, es decir, los integrantes del Supremo Gobierno encabezados por el mismo presidente Benito Juárez y la mayoría de sus ministros decidieron organizar una celebración.
En uno de los templos más elegantes del país todos los presentes llenaron de elogios al festejado, dirigiéndole palabras de admiración y felicitación por la victoria trascendental en la toma de la ciudad de Puebla en 1867.
Entonces el anfitrión –el presidente- pidió un minuto de su atención para dirigir unas palabras y hacer entrega junto a los integrantes del Supremo Gobierno de un obsequio con un valor simbólico sin igual.
Se trataba de una elegante espada en cuyo cuerpo estaba inscrita la frase:
“Destrucción del Imperio, Miahuatlán, Oaxaca, Puebla, México
Al general Porfirio Díaz, sus amigos
15 de julio de 1867”
Al imaginarme yo estando en ese palacio, siendo testigo de ese bello momento, teniendo a mi lado a los liberales más destacados del país y con copa en mano, debo decir que no hubiera dudado un solo minuto en brindar por el general Don Porfirio.