Arturo Romero Garrido
Después de la caída del muro de Berlín y la posterior disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en diciembre de 1991 los Estado Unidos se convirtieron en la potencia hegemónica del mundo.
En ese momento quedaron solos en la cima, no existía otro país que pudiera hacerle sombra y su posición como mandamás era irrefutable. Difícilmente un intelectual o analista político hubiera afirmado con seguridad que en un periodo corto de tiempo pudiera emerger otra potencia capaz de desafiar a los norteamericanos.
Tal parecía que la preeminencia del siglo XX y XXI estaría del lado de los norteamericanos y en un segundo plano por el resto de Occidente, en esta lógica países como Inglaterra, Canadá y Australia conservarían su status.
Pero la premisa no se cumplió, bastaron tan solo 30 años (no es nada en la edad de un Estado Nación) para que China pasara de ser un país subdesarrollado a convertirse en la potencia económica número uno y esto ha llevado al mundo a la misma encrucijada de la época de posguerra de la Segunda Guerra Mundial; la lucha por la supremacía entre dos potencias.
En medio de esta disputa, otros países son arrastrados y comienzan a reevaluar sus roles y alianzas en el tablero mundial.
Ejemplo de esto es la alianza militar trilateral que en días pasados firmaron Australia, Reino Unido y Estados Unidos y que denominaron AUKUS en abreviación de los nombres de los firmantes en la cual se han comprometido a intercambiar información de seguridad nacional, compartir tecnología y de manera sobresaliente a venderle a Australia submarinos de propulsión nuclear para reforzar a su Marina.
Hasta antes de firmar la alianza militar los Estados Unidos habían llevado la pugna con China estrictamente en el campo comercial, así sucedió durante los 4 años de gobierno de Donald Trump al frente de la Casa Blanca donde se la pasó imponiendo sanciones e impuestos a los productos provenientes de China, sin embargo, fue insuficiente.
A pesar de la pandemia China consiguió mantener un crecimiento económico de 2.3% en el 2020 mientras que Estados Unidos tuvo un decrecimiento de alrededor del 3.5%.
Hoy la nueva administración que preside Joe Biden tiene claro que el único medio que le queda para detener la expansión de China es incrementando su presencia en Asia creando un cinturón de contención alrededor de aquel país y a Australia por su posición geográfica le tocará jugar el rol de soldado de infantería (carne de cañón) formado en primera fila.
En los años porvenir seremos testigos de una nueva versión de Guerra Fría…cuánta razón tenía Hillary Clinton cuando dijo que: “Estados Unidos está en el Pacífico para quedarse”.