Columna de Opinión por Alejandro Fonseca
Hace seis años el diario Central en Puebla, publicó la noticia de que Morena, el partido de López Obrador estaba infiltrado por más de cincuenta ex priistas con fuertes ligas con el ex gobernador Mario Marín (el famoso “gober precioso”).
La noticia se difundió rápidamente en las redes sociales de internet y no se trataba tan sólo de una lista, sino que se daban datos de cada personaje, de los puestos que ocupaban y de su calidad como operadores o candidatos de Morena.
También hace seis años en San Pedro Cholula se dio el caso de Alejandro Oaxaca (un avezado priista) que después de trabajar arduamente por la candidatura de Morena para la presidencia municipal de Cholula, al no obtenerla, optó por buscar ser candidato por el PVEM y lo logró: era su plan B.
Pero un poco después nos enteramos que Oaxaca también tenía un plan C, ya que muy pronto renunció a la candidatura por el PVEM y al parecer se había sumado a la campaña de Julio Lorenzini, el candidato (en aquel tiempo) del frente PAN-MC; y en consecuencia trabajó para apoyar la candidatura de Martha Erika Alonso de Moreno Valle para gobernadora de Puebla.
Y en todo este desaguisado lo que yo observaba era una terrible contradicción entre lo que AMLO proponía como núcleo duro de su ideología, la de él, la de la “República Amorosa”; y la de los personajes con los que se estaba nutriendo su partido MORENA. Seis años después ¿las cosas siguen igual?
La dominación priista
Por un lado, la moral, la ética, la filosofía y hasta los principios religiosos más fundamentales; y por el otro el oportunismo, el mimetismo, la falta de escrúpulos y sobre todo la ausencia de solidez ideológica.
Ya he comentado que los mexicanos necesitamos contar con un concepto claro de ideología sólo así podemos intentar comprender la que fuera ideología oficial, la del PRI gobierno, que le permitió conservar el poder político y económico a una pequeña élite de políticos y empresarios durante 80 años.
Y es que a pesar de la “modernidad política” que hemos vivido en las dos últimas décadas, es decir, de la incipiente democracia que obligó al PRI a compartir el poder, la gran mayoría de los mexicanos estamos marginados del mundo de la política.
Es más, hoy en día se ha vuelto un lugar común hablar de la “clase política”, para referirnos a ese pequeño porcentaje de mexicanos que no solamente viven de la política, sino que además logran amasar grandes fortunas de dinero en muy poco tiempo.
La ideología del PRI está en el núcleo duro de la cultura política de los mexicanos, esclarecerla nos puede ayudar a entender cómo y porqué los principales protagonistas e instituciones de nuestro país se influyen recíprocamente logrando mantener vivo un régimen caciquil y patrimonialista, enmascarado por un falso presidencialismo: aun sin el PRI gobernando.
Una nueva estructura de poder, una vieja ideología
Cómo y porqué la élite del presidente, su partido el PRI, las mafias sindicales y empresariales lograron mantener una estabilidad política de larga duración.
Cómo y porqué hace dos décadas dicha élite logró perpetuarse a pesar de la transición democrática, incorporando al poder a nuevos protagonistas, tanto políticos de partidos viejos y nuevos; como a los líderes de los grupos criminales, también viejos y nuevos.
Y si, lo más novedoso de esta estructura de poder ampliada, fue que se transfirió parte del poder presidencial a los gobernadores de los estados y a los capos de los grupos criminales. También surgieron las redes sociales de Internet como contrapeso a la prensa escrita, a la radio y la televisión.
Y es que la nueva estructura de poder se había convertido en una maquinaria tan perfectamente bien lubricada por la corrupción y la impunidad, lo que le permitió seguir siendo el principal obstáculo para el desarrollo económico y social de México.
En otras palabas, el estudio minucioso de la ideología nacionalista del PRI gobierno, puede ayudarnos a comprender por qué la estructura de poder sigue siendo la principal limitante de la modernización de nuestro país. Debido a que el partido Morena en la actualidad está infiltrado de priistas, el reto sigue vigente.
Llegados a este punto, amable lector, usted puede intuir que la ideología nacionalista a la que me estoy refiriendo, fue y sigue siendo falsa conciencia, es un gran engaño. Pero ¿qué es eso?
¿Morena: el nuevo PRI?
La ideología del PRI, el partido que nos gobernó desde 1929, con el paréntesis panista de 12 años que fue más de lo mismo, es desde sus orígenes falsa conciencia. Y esto puede constatarse, haciendo una lectura cuidadosa de la convocatoria, el programa y los estatutos.
Sin embargo, no toda ideología tiene necesariamente porqué ser falsa conciencia. Y aquí voy a citar a uno de mis más grandes maestros de la UNAM, Adolfo Sánchez Vázquez, que propuso un concepto amplio y operativo:
Ideología es un conjunto de ideas del mundo y de la sociedad (contenido teórico) que responde a intereses, aspiraciones e ideales, de un grupo o de una clase social, en un contexto social dado (génesis o raíz social) y que guía y justifica un comportamiento práctico de los hombres, acorde con esos intereses, aspiraciones o ideales (función práctica).
Así que una ideología no es necesariamente mentiras manipuladoras. Y además comprende juicios de valor, recomendaciones, exhortaciones, expresiones de deseo: incluye un código de principios, es un mapa que nos guía. Desde luego que el grotesco entuerto de la alianza PRI-PAN-PRD carece de ideología y ese es su talón de Aquiles.
Pero regresando al caso de Morena, es aquí donde encuentro la terrible paradoja entre la gran propuesta ideológica de AMLO, basada en los valores religiosos y filosóficos de su República Fraterna; y la falsa ideología de los ex priistas (y ahora también ex panistas) que poco a poco han penetrado las filas del partido Morena.
Cuando la oligarquía partidaria de Morena dé a conocer las candidaturas a gobernadores, diputados y alcaldes, nos daremos cuenta de qué tanto las cosas siguen igual.