Arturo Romero Garrido
El pasado 27 de noviembre se llevó a cabo en la Ciudad de México –centro neurálgico del país- la Mega Marcha en apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador, contrarréplica de la Marcha que habían organizado previamente los opositores al régimen actual quienes utilizaron la bandera “el INE no se toca” como sustento de cohesión fundamental.
Al respecto, sucedió lo que todos sabíamos que sucedería, es decir, no hubo ningún tipo de sorpresas.
El lleno fue absoluto, las calles saturadas por los transeúntes hacían ver estrechas las vialidades del centro de la ciudad.
Ríos de personas fluían del Ángel de la Independencia en dirección a Palacio Nacional al encuentro de su líder político y moral.
Ahora bien, independientemente de la postura política que uno pueda tener respecto a la figura presidencial, así como de sus políticas económicas y sociales, resulta trascendental analizar a profundidad lo que sucedió ese fin de semana.
Tan solo un par de días antes del evento multitudinario el talentoso periodista Raymundo Riva Palacios (concurrente habitual en la sección de “quien es quien en las mentiras” de las mañaneras de Palacio) se preguntaba cuál era la razón de fondo para realizar una marcha de tal naturaleza, si demostrar la fortaleza del partido oficial o la de disimular las debilidades derivadas por el desgate natural de ejercer el poder.
USOS Y COSTUMBRES DEL PASADO
Seguramente a la vista de las personas de mayor edad la escena que presenciaron el fin de semana se les hizo sumamente familiar al recordarles los viejos tiempos en los que el otrora poderoso PRI demostraba su fortaleza al echar a andar su maquinaria político-electoral.
Para llevar a cabo tales congregaciones el aparato del estado hacía uso de todo lo que estuviera en sus manos -fuera o no fuera legal- para asegurarse de que los eventos que realizaran resultaran todo un éxito, eso incluía entre otras cosas; facilitar los camiones para poder llevar a los interesados desde su casa hasta el lugar donde tenían que hacer presencia, el uso de los programas sociales para convencer a los beneficiarios de participar activamente en los diferentes mítines y en casos más particulares la asistencia de empleados gubernamentales.
Estas eran unas de tantas herramientas con las que contaba la maquinaria omnipotente del PRI y por lo que llevaría a Vargas Llosa a catalogar al sistema político mexicano como “la dictadura perfecta” …y es que con esas condiciones en las que no había piso parejo era sumamente difícil poder ganarle una elección.
Pues todo parece indicar que los usos y costumbres de la política mexicana poco o nada han cambiado, da la impresión que la alternancia partidista en el país acontecida en el año 2000 con la llegada del PAN a la escena nacional en nada cambió la naturaleza de las campañas políticas y que con Morena la situación prevalecerá.
MOVIMIENTO GENUINO
Claro que se debe criticar el hecho de llevar personas acarreadas a cambio de “premios” a este tipo de eventos como bien los pudimos ver el día domingo, sin embargo, en las imágenes que la Marcha nos dejó parece claro observar que la gran mayoría de los asistentes fueron por cuenta propia, es decir, que se trataba en su mayoría de simpatizantes fieles totalmente convencidos de que el presidente de la república está realizando un buen trabajo.
De ahí que el ambiente que se vivió fuera de fiesta, por eso los incondicionales de la 4T celebraron bailando al ritmo de música banda al tiempo que vitoreaban sin cesar el cántico “es un honor marchar con Obrador”.
Esta naturaleza auténtica de la Marcha es algo que nunca antes había sucedido en el país y se trata por tanto de un hecho inédito.
Parece claro que después de 4 años de gobierno la decisión y entusiasmo de los simpatizantes del partido oficial se mantiene intacta, demostrando que están listos y dispuestos a seguir apoyando para que el Movimiento continúe gobernando más allá de 2024.
Regresando a lo que Riva Palacio cuestionaba en su artículo, no cabe duda que lo que se vivió en la Marcha del domingo fue una demostración de fortaleza –que reside entre otros elementos en el poder de convocatoria- y no una disimulación de debilidad como el periodista quiso suponer.
También quedó claro que, si la oposición decide tomar la calle, el partido oficial responderá de manera inmediata y en una proporción mayor, es decir, Morena no cederá un solo ápice en su objetivo de consolidar su proyecto político.
Por otro lado, un elemento de vital importancia que explica en gran medida lo que sucedió ese fin de semana en la Ciudad de México tiene que ver directamente con la popularidad del presidente que ronda el 60% de aprobación y que lo convierte en el segundo presidente con mejor aprobación del mundo, tan solo por detrás del presidente de la India.
Y es que el factor de aprobación presidencial es un bono que, hasta este momento, se transmite en automático a Morena y que lo coloca como el partido más popular del país, aunque en algunas entidades federativas su bono a comenzado a declinar.
¿ESTÁ TODO DECIDIDO?
Posterior a la Marcha ha sido una constante - en diversas pláticas de café a las cuales suelo concurrir- preguntarse si las tendencias del día de hoy pueden cambiar significativamente en menos de 2 años, o, dicho de otra manera, si le alcanza el tiempo a la oposición para organizarse y llegar a un acuerdo para formalizar una mega alianza que sea competitiva.
Hasta este momento no parece que los partidos de oposición manden señales que indiquen que ya encontraron al candidato ideal para contender en el 2024, un político que tenga la habilidad de tejer alianzas políticas con los diferentes grupos, que otorgue seguridad y garantías a los grandes empresarios, que acepte la cooperación estrecha con funcionarios e instituciones norteamericanas y lo más importante, que sea capaz de capitalizar las inconformidades de los ciudadanos con la actual administración.
Al día de hoy no parece haberlo, pero en política no podemos dar a nadie por vencido, a veces hay sorpresas que terminan por arruinar la mejor de las quinielas.
En otras palabras, está en manos de la oposición generar la narrativa política necesaria para convencer y ganarse el voto de los jóvenes y los votantes swichters… veremos si lo logran.
LA MARCHA DE PUEBLA
Réplica de lo ocurrido en la Ciudad de México la marcha de Puebla fue un éxito absoluto para el gobernador Luis Miguel Barbosa cuyos bonos políticos están más altos que nunca.
Calificada como la marcha de los 100mil los observadores situados en la avenida Reforma vieron caminar a líderes políticos, militantes, simpatizantes y hasta colectivos enviados por presidentes municipales -de todos los partidos políticos- ufff.