Arturo Romero Garrido
La otra marcha.
Un suceso que se está convirtiendo en una acción cada vez más habitual en México es el de llevar a cabo marchas multitudinarias para enarbolar las exigencias, defensa y proclamas de diversos grupos de interés.
No es que antes no se dieran este tipo de actividades, sin embargo, en la era del PRI hegemónico y todo poderoso las marchas se daban a cuenta gotas.
Claro que a contra posición, cuando éstas se llegaban a dar era porque la situación política que la generaba era de tal gravedad y magnitud que llegaba a producir un cisma en la vida de la nación (El caso que mejor ejemplifica lo anterior es el movimiento estudiantil del 68 que derivó en marchas multitudinarias en el centro neurálgico del país).
Ahora bien, no es de extrañar que este tipo de movilizaciones se estén convirtiendo en algo recurrente dado a que históricamente siempre ha formado parte de la esencia de la izquierda, es decir, es parte del ADN de esta corriente política la toma del espacio público a través de manifestaciones o marchas.
Así debemos ver la última de estas marchas convocadas por el presidente el pasado 18 de marzo, llevada a cabo para conmemorar la soberanía energética del país a 85 años de la expropiación petrolera.
No ha sido la primera ni será la última que veremos en lo que resta del sexenio, en la lógica de los partidos de izquierda siempre habrá motivos suficientes para llamar a la concentración masiva y tratar así de legitimar su esencia filosófica.
Y aunque la mayoría de los medios de comunicación han hecho una cobertura lo suficientemente amplia tanto de la marcha convocada por el presidente celebrando la “soberanía energética” así como la organizada por la alianza opositora “en defensa el INE”, mucho más interesante resulta examinar lo sucedido el pasado 12 de marzo cuando familiares y ex militares se congregaron en las calles de la ciudad de México para llevar a cabo la “otra marcha”.
En principio porque es la primera vez que nuestra generación es testigo de una protesta por parte de familiares de militares inconformes por la situación que están atravesando los soldados, no todos por supuesto, sino particularmente aquellos que son instruidos a realizar operaciones de vigilancia y seguridad en algunas de las ciudades más conflictivas del país.
Y es que, debido a la ineficiencia de las policías municipales y estatales para establecer el orden público la presencia permanente del ejército en las calles es prácticamente inevitable.
Es la última línea de defensa que ostenta el gobierno para poder controlar y gobernar un país que ha perdido la paz social en diferentes partes del territorio.
Como en la ciudad de Nuevo Laredo, una localidad que ha sido por años una de las más peligrosas del país - tierra de nadie- y donde la única manera de establecer cierta tranquilidad en la región ha sido mandar a los soldados a realizar tareas que en teoría les corresponden a los policías.
Y fue precisamente en uno de los operativos realizados por el ejército en Nuevo Laredo donde se generó un incidente que terminó con la vida de 5 personas inocentes. (Se escucha muy cruel decir que lo sucedido fue un error garrafal por parte de los militares, sin embargo, así fue.)
Cabe mencionar que los soldados que participaron en este evento fueron arrestados y se encentran en espera de conocer su destino ya que existe una investigación en su contra por parte de la FGR.
Qué difícil situación atraviesan los soldados de más bajo rango del ejército mexicano dedicados a la tarea de vigilancia, situados entre el peligro de enfrentar a las bandas criminales y el riesgo de inherente de cometer una equivocación en su actuar.
Si bien es cierto que fueron los familiares de los soldados involucrados en el evento de Nuevo Laredo los que organizaron la marcha y que en cuestión de números no superaron los 2000 asistentes, mal haríamos en pensar que no es trascendente este acontecimiento.
Básicamente porque no todos los que apoyan una idea o, en este caso, una proclama se disponen a marchar.
Lo que quiero decir es que estas 2000 personas representan a muchas otras que piensan de la misma manera, es decir, que defienden las mismas causas pero que por diferentes razones decidieron no acudir a la congregación.
Para tener una idea más concreta, existen en el país alrededor de 180,000 elementos armados que realizan todos los días labores de seguridad pública (entre ejército, marina, guardia nacional).
Cierto es que no por un operativo fallido se debe opacar la imagen del ejército como garante de la seguridad, si lo vemos en términos de porcentaje es mínimo el rango de error que han cometido las fuerzas armadas.
Sin embargo, un aspecto muy importante sobre el cual debemos de reflexionar – y que a la postre podría ser un problema para el Estado mexicano- es sobre el inminente desgate en cuestión de imagen pública que sufrirán las fuerzas armadas conforme sigan realizando funciones de seguridad pública.
Recordemos que las policías municipales en muchos municipios del país fueron sobrepasadas e incapaces de detener los altos índices de violencia y asesinatos derivados del crimen organizado. Conforme fueron pasando los años el desgaste en imagen pública de las policías cayó hasta el suelo y obligó a los estados a ocuparse de manera directa de la seguridad de muchos municipios.
Los habitantes de estos municipios creyeron que con la presencia de la policía estatal en teoría más capacitada y mejor armada sería la solución que tanto esperaban, pero al paso del tiempo no se observaron cambios significativos y dejaron de confiar en la autoridad estatal.
Se dice que fue Lázaro Cárdenas Batel el primer gobernador en pedir al presidente de la república la presencia permanente de los militares en Michoacán. A partir de ese momento fueron cada vez más gobernadores los que solicitaron la misma ayuda hasta llegar el punto en el que nos encontramos en este momento.
Aun así, ha sido imposible detener el trasiego de estupefacientes, así como la disminución de la violencia en algunas zonas del país.
De continuar esta tendencia en los próximos años será inevitable que los ciudadanos sigan creyendo en el ejército como el garante de la seguridad, dejarán de considerar al ejército como institución confiable. Mientras que, por parte del ejército, pero específicamente de la tropa continuará el descontento por tener que realizar operativos donde corre un doble riesgo; el ser atacado por grupos criminales en la mayoría de los casos o el de cometer equivocaciones –los menos- como el de Nuevo Laredo y terminar preso…el peor de los mundos.
Nueva columna de opinión sobre transparencia, por José Trinidad
31 may., 2025Leer más
Con el propósito de mantener una vinculación activa y constante entre la escuela y las comunidades, la presidenta municipal, Lupita Cuautle Torres, presidió la sesión de instalación del Consejo Municipal de Participación Escolar en la Educación. Durante la sesión, la alcaldesa designó a la regidora Raquel Zacatzi Fragoso como consejera presidenta suplente, y destacó que para su administración la educación es una prioridad. Subrayó que este órgano auxiliar se instala en cumplimiento de la normatividad vigente, con el fin de dar seguimiento a las demandas escolares y establecer mejores formas de comunicación, atendiendo de manera inmediata dentro del ámbito de competencia de cada integrante y de la institución que representa. El consejo está conformado por personal directivo de diferentes escuelas, así como por titulares y funcionarios del ayuntamiento. Estas y estos integrantes fungirán como enlaces para gestionar acciones y medidas que mejoren la educación, impactando directamente en los espacios y comunidades escolares. Entre sus funciones estarán: gestionar mejoras en la infraestructura educativa, promover actividades culturales, artísticas y deportivas, así como impulsar apoyos como becas para alumnas y alumnos. Todo ello con el objetivo de favorecer el desarrollo educativo y fortalecer la práctica docente con mayor calidad. El gobierno municipal reitera su compromiso con una participación social permanente que contribuya al desarrollo educativo del municipio.
30 abr., 2025Leer más
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19 may., 2025Leer más
Nueva columna en Indagando Ando, por Gerardo Galicia Vélez
26 may., 2025Leer más
Para los gobiernos de cualquier nivel, municipal, estatal o federal la Seguridad Pública es uno de sus temas fundamentales tanto para el accionar y para los discursos políticos y gubernamentales. En cada nivel de gobierno federal, estatal o municipal; sus representantes hablan de nuevas estrategias de seguridad y escuchamos de la adquisición de patrullas, cámaras de seguridad, salarios altos a policías, operativos, la captura de importantes bandas o las luchas frontales contra el crimen organizado, policías de proximidad, aumento en cantidad de elementos y muchas acciones más que son importantes, sin embargo no logran bajar la percepción de inseguridad, lo que se traduce, sin ser especialista en el tema, que se basan en las mismas acciones solo que con diferentes nombres. Veamos algunos números que podrían ser importantes acerca de seguridad pública, de acuerdo a la última encuesta del primer trimestre del 2025 del INEGI referente a Seguridad Pública denominada Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana el 61.9 % de la población de 18 años y más consideró inseguro vivir en su ciudad en México; en esta misma encuesta la percepción de municipios más inseguros Villahermosa, con 90.6; Culiacán Rosales, con 89.7; Fresnillo, con 89.5; Uruapan, con 88.7; Irapuato, con 88.4 y Chimalhuacán, con 86.1 por ciento. Con respecto a Seguridad Pública, en el mes de abril realizamos una encuesta en la empresa INDAGA en varios municipios del Estado de Puebla, donde tuvimos algunos resultados interesantes: Cuando preguntamos ¿Qué tan seguro considera que es el lugar donde vive actualmente?, los resultados fueron: Muy Seguro 6.40 %, Seguro 7.20, Inseguro 56.10 Muy Inseguro 30.30; cuando preguntamos ¿Cree que la inseguridad en el municipio ha mejorado, empeorado o sigue igual en el último año? en esta pregunta los resultados fueron preocupantes Mejorado 9.8 %, Empeorado 30.6%, Sigue Igual 47.7% y No Sabe/No Contestó 11.9 % y otro dato importante de este estudio fue con la pregunta ¿Qué tan preocupado(a) se siente por la posibilidad de ser víctima de un delito? Los resultados fueron: Muy preocupado 14.7, Preocupado 47.6, Despreocupado 11.7, Muy Despreocupado 6.6, No Sabe/No Contestó 19.4 Como podemos ver no hay avance en cuanto a percepción de inseguridad, los números presentan una situación crítica y preocupante Es preocupante que la percepción no baje y se mantenga en los mismos niveles porque significa nos estamos acostumbrando a la inseguridad y vemos la situación como común o que las autoridades de cualquier nivel no han realizado alguna acción de impacto para poder cambiar estos números. Es necesario emprender acciones y estrategias eficientes porque de lo contrario, nuestros hijos pensaran que es normal que la gente mate, robe o se drogue.
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09 jun., 2025Leer más