Columna de Opinión por Arturo Romero
Política Económica e Industrial.
Las campañas electorales están llegando a su punto más alto de tensión sobre todo en los nueve estados en donde habrán de elegirse gobernadores y presidentes municipales.
La misma efervescencia natural que genera el proceso electoral lleva por lo general a los militantes y simpatizantes de los diferentes partidos a aplaudir todo tipo de ideas, discursos y anhelos esgrimidos por los candidatos.
No obstante, pocas veces nos detenemos a analizar y discutir con visión de futuro las propuestas en materia de desarrollo económico del país, sin duda un tema de la mayor importancia dado que es imposible conseguir el bienestar social si no hay crecimiento económico.
En este sentido considero que, si el gobierno actúa con austeridad fiscal extrema, permite que la economía esté sujeta a las decisiones de inversión del sector privado, de la capacidad o interés de su consumo, así como de su necesidad de endeudamiento.
Si fuéramos un país como Estado Unidos repleto de empresas privadas multimillonarias con capacidad de exportación a todo el mundo y con un despliegue tecnológico de avanzada, tal vez podríamos darnos el lujo de permitir que la economía nacional estuviera en sus manos.
Evidentemente en nuestro país no es el caso.
De la misma manera, estimo que la austeridad fiscal extrema restringe el crecimiento del mercado interno.
Es decir, la austeridad fiscal mal entendida por parte del gobierno federal, así como de los gobiernos estatales, afectan de manera inmediata el crecimiento económico ya que existen una gran cantidad de empresas privadas que dependen directa o indirectamente del gasto público.
Además de los elementos constitutivos del mercado interno, es necesario considerar los elementos del comercio exterior.
Sin duda, la peor combinación que se puede dar en un momento dado es que al mismo tiempo en que existe una contracción en el mercado interno se genere una caída en el comercio exterior.
Esta combinación se ha manifestado en el país en un sinnúmero de ocasiones, siendo esta última en el 2020 cuando la pandemia del Covid tomó por sorpresa al mundo y trajo consigo la reducción del comercio global.
Indudablemente, los impactos generados por la pandemia afectaron a todos los países del mundo, llevándolos a un estancamiento económico –donde prácticamente ningún país se salvó-.
¿Qué esperamos de las nuevas administraciones?
Deseamos que el próximo gobierno mantenga la firme decisión de aumentar el gasto público en los estados y la federación para impulsar el mercado interno, así como establecer una política industrial que estimule el desarrollo tecnológico y productivo del país.
Solamente si mejoramos la capacidad de producción y elevamos el valor agregado de los productos manufacturados podremos aspirar a un crecimiento económico a largo plazo y a una dependencia menor de las exportaciones.
Sin lugar a dudas los empresarios de este país están ávidos de escuchar una serie de propuestas que se transformen en acciones concretas de gobierno, como la creación de un Banco de Desarrollo que facilite el financiamiento de pymes a tasas de interés accesibles, o programas para la modernización de maquinaria que otorguen créditos simplificados para los empresarios con plazos mayores a un año, o el restablecimiento del esquema de cadenas productivas con NAFINSA que permitió a una gran cantidad de empresas proveedoras del gobierno cumplir con sus compromisos.
Si para estimular el crecimiento del país fuera necesario ir en contra de las normas económicas neoliberales establecidas por las corporaciones extranjeras o calificadoras internacionales, pues ni modo.
Por ejemplo, son muchos los economistas con visión nacionalista que aconsejan dejar de promover la entrada de capitales financieros -también llamados capitales golondrinos- que buscan rentabilidad a corto plazo y que suelen mover sus recursos país en país de un día para otro tan pronto ven una opción más atractiva.
Asimismo, dentro de las recomendaciones más habituales que se proponen es el reducir el superávit de cuentas de capitales y disminuir las tasas de interés.
De esta manera, tanto la iniciativa privada como el público en general podrían tener acceso a préstamos o endeudamiento a mucho menor costo, así, podrían pensar en renovar su parque de maquinaria o automotriz sabiendo que pagarían una tasa de interés baja a largo plazo.
En fin, como mencioné anteriormente, los mexicanos anhelamos que los próximos gobiernos puedan implementar una política económica e industrial lo suficientemente eficaz para fomentar el desarrollo y el crecimiento de la economía en el país.