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¿Qué es MORENA?

Alejandro Mario Fonseca

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¿Qué es MORENA?
29 jun., 2021
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El sábado pasado (26/06/2008) mi amigo Octavio Rodríguez escribió en su columna del Quetzal sobre el “semi partido” que gobierna la mayor parte de nuestro país: Morena.

Él no le llama así, de lo que nos habla es de un partido todavía en formación, inacabado, incompleto. Existen otros sinónimos, por ejemplo inconcluso, imperfecto, Insuficiente, escaso, trucado, defectuoso, etcétera. ¿Cuál le gusta a usted?

Octavio, después de hacer una dura crítica a la supuesta dirigencia morenista, por  su abuso desmesurado del poder partidario, nos dice que quienes votaron por las imposiciones de morena, lo hicieron por desconocimiento, valemadrismo o por la marca y el slogan de “todos por morena”.

Y remata contundentemente: AMLO, ni de locutor para hacer una campaña convincente sirvió, por andar de porrista con Macedonio. Finalmente recomienda que es necesaria una estructuración (no hay nada) desde los comités municipales, distritales, estatales y nacionales. Solo así ayudaremos a barrer las escaleras de abajo hacia arriba, para encontrarnos en el justo medio con las que barre AMLO.

¿Qué es un partido político?

Octavio tiene razón, los partidos políticos son grupos de interesados. La noción de partido, por su parte, tiene múltiples significados. Uno de ellos es aquel que refiere al grupo de personas que defienden una misma causa u opinión.

Estas dos definiciones nos permiten acercarnos a la idea de partido político, que es el conjunto de individuos que se reúnen y trabajan  con el objetivo de acceder al poder y concretar sus propuestas para la organización social.

Los partidos políticos se rigen por doctrinas y teorías que explican su modo de interpretar la realidad. Un partido político de tendencia liberal, por ejemplo, nunca propondrá la abolición de la propiedad privada, ya que eso iría en contra de sus creencias.

Además los partidos políticos tienen estatutos o reglamentos que sus afiliados deben respetar. Solo de ese modo podrán proponerse como candidatos del partido en un proceso de elecciones o participar de la toma de decisiones del partido.

Y sí amable lector, eso es lo que dice la teoría pero en la realidad es que no son otra cosa más que grupos de interesados en los que los más astutos se convierten en mandamases, en caciques, en oligarcas.

La ley de hierro de la oligarquía partidaria

Robert Michels el sociólogo amigo de Max Weber estudió el comportamiento de los partidos políticos y de los sindicatos,  en los años treinta del siglo pasado.

En su obra Los partidos políticos, formula la "ley de hierro de la oligarquía", con la que afirmaba que "tanto en autocracia como en democracia siempre gobernará una minoría"; la idea básica es que toda organización se vuelve oligárquica.

Los líderes, aunque en principio se guíen por la voluntad del pueblo y se digan revolucionarios, pronto se emancipan de este y se vuelven conservadores. Siempre el líder buscará incrementar o mantener su poder a cualquier precio, incluso olvidando sus viejos ideales.

Por eso, las organizaciones políticas dejan de ser un medio para alcanzar determinados objetivos socioeconómicos y se transforman en un fin en sí mismas. Pero si además, como en el caso mexicano, los partidos son financiados por el Estado, se convierten en verdaderas minas de oro, muy codiciadas por todo tipo de oportunistas.

Mientras más grandes se hacen los partidos, más se burocratizan. Muy pronto requieren de “especialistas” que sepan tomar decisiones complejas rápidamente: se vuelven imprescindibles y se forman élites. Dicho de otra manera, para que un partido sea eficiente va requiriendo de liderazgos fuertes, lo que demerita la democracia interna.

Los partidos políticos en México

El caso mexicano requiere un estudio aparte. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) es sui generis porque fue único en su tipo ya que no fue creado para competir por el poder, sino para mantenerse en él.

Desde que el general Calles lo creó en 1929, el PRI  fue una especie de secretaría política dependiente del presidente en turno. Además de fungir como una auténtica “máquina chupa votos”, su principal función fue la de darle legitimidad al candidato designado por el presidente saliente: si, legitimidad a una especie de “monarca sexenal”

Y así en cascada, con agencias políticas estatales y municipales, siempre el presidente en turno designando a los candidatos a gobernadores, a presidentes municipales y a senadores y diputados: se trataba del famoso palomeo de listas. También y ahí ya cambió la cosa,  tenía control absoluto sobre los medios de comunicación.

De todo esto lo que surgió fue una burocracia electoral especializada en darle funcionalidad a las farsas electorales. Durante muchos años el PRI gobernó México, además de gobernar los 32 estados, siempre tuvo una mayoría absoluta en el senado y la cámara de diputados; casi nunca hubo alcaldes de oposición.

Algunos estudiosos han caracterizado el caso mexicano como una “monarquía sexenal”. Y sí, fue algo así, nada más que hay que matizar el término. En las monarquías clásicas el rey ya era dueño de todo incluso antes de nacer, se trataba del patrimonialismo puro.

En cambio en la “monarquía sexenal” mexicana el nuevo presidente, con algunas excepciones,  llegaba al poder para adueñarse de lo que más podía: su única limitación eran seis años. Pero qué acaso no ¿ya todo cambió?

Morena: la nieta rebelde y mañosa del PRI

Lo que sucedió fue que el PRI ya en decadencia dio a luz al PRD que siguió su ejemplo al pie de la letra y que muy pronto fracasó porque no supo centralizar el poder. Ahora nos gobierna su nieta, un animal político que se las sabe de todas todas.

AMLO lo entendió muy bien, por eso es que no ha permitido que su militancia de base se organice; es decir Morena carece de estructura. Y los que están tomando las decisiones importantes son los cabecillas allegados a los gobernadores, senadores y demás.

Y estos últimos de dónde provienen, pues del PRI y aunque en menor medida hasta del PAN. Se trata de una oligarquía en ciernes todavía no consolidada que lo único que le interesa es seguir disfrutando de las mieles del poder.

Una buena parte de la “militancia de base” y hasta de los simpatizantes de la 4 T de AMLO, como Octavio, confían en que muy pronto se conforme una verdadera estructura partidaria en Morena, yo lo dudo. A la oligarquía en turno no le conviene. ¿Usted qué opina?


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