...

Reformas Constitucionales a Debate 92

Arturo Romero Garrido

...
Reformas Constitucionales a Debate 92
03 ago., 2022
Compartir:


Hace algunos años el reconocido escritor Juan Villoro mencionaba que la ciudad de México estaba en tránsito de superar el estado obsoleto de su ordenamiento legal en el cual había permanecido durante muchos años. 
Lo anterior se debía a que un grupo de académicos e intelectuales (en la cual obviamente participaba Villoro) de primer orden se habían dado a la tarea de redactar lo que sería una Propuesta de Constitución para la ciudad de México a invitación expresa del entonces jefe de Gobierno.
Al respecto el escritor señalaba que: “Las leyes mexicanas son un código hermético; no están escritas para el ciudadano, sino para que litiguen los abogados”. 
¡Por supuesto que tenía (tiene) razón! Eso no quiere decir que su contenido se encuentre oculto, es decir, no es una ciencia apta sólo para iniciados, sin embargo, es una realidad que en general los ciudadanos solo tenemos una ambigua idea de su contenido y sus alcances.  
La intención, por tanto; de redactar una nueva constitución en aquel momento para la ciudad de México respondía entre otras cosas a la necesidad de redactarla en una forma que fuera más sencilla de comprender, más clara en sus términos.
Pero lo más importante era el énfasis respecto a la visión de futuro que debía de representar la naturaleza la nueva Constitución. Sin desvincularse del pasado, símbolo de lo que ya fuimos, ni sujetándose en el presente, estado de lo que actualmente somos.
Al respecto, el brillante educador y compañero del colectivo “los 200 “Dr. Luis B. Illizaliturri suele contar en sus diferentes exposiciones la importancia de la prospectiva en la vida del hombre, afirmando que, si somos capaces de imaginar el futuro, entonces podremos atraerlo hacia nosotros. Y si lo atraemos, entonces podemos hacerlo realidad.
La profundidad y perdurabilidad del pensamiento consagrado en una constitución implica ir más allá de los acontecimientos del presente. Como señalara Juan Villoro: “una constitución no debe reflejar lo que somos de manera inevitable, sino lo que razonablemente podemos ser”.
Como muchos de los proyectos políticos que se desarrollan en el país, éste no estuvo ajeno a las críticas que tachaban de inviable la iniciativa, era “demasiado aspiracionista” como para hacerse realidad- decían.
Dejando el pasado y concentrándonos en el presente, podemos observar que el gobierno federal ha decidido llevar a cabo reformas constitucionales en la segunda parte de su periodo. 
No se trata de una nueva constitución como lo hubieran deseado los grandes conocedores del tema como Porfirio Muñoz Ledo quien ha mantenido siempre el planteamiento de que la cuarta transformación del país debía de ir de la mano con la creación de una nueva constitución política. 
Como todos saben, el primer intento de reforma constitucional fue la del sector eléctrico la cual fue rechazada por el Congreso al no alcanzar la mayoría calificada. 
Las dos que faltan son la Reforma Electoral y la Reforma para que la Guardia Nacional sea administrada por la Sedena. 
Si las bases de la política son el diálogo y la negociación, entonces el partido oficial tendrá que hacer gala de estas dos herramientas para convencer a la oposición y conseguir su aprobación.
Por parte de la ciudadanía, lo mínimo que uno podría esperar es el debate abierto entre diferentes puntos de vista como se ha hecho en otras ocasiones en los foros del Parlamento Abierto. 
De manera personal, considero que Morena como partido oficial debería dar señales de que lo que se discute no es producto de la voluntad de una sola persona, y que, por tanto, es susceptible a cambios que puedan enriquecer su contenido, de no hacerlo, reflejarían su oposición a cualquier negociación política. Este comportamiento le daría la razón a la oposición.
Si, por el contrario, el partido oficial toma en cuenta las propuestas de la oposición como la que recientemente presentó el PRI y llegan a un acuerdo entre ambos partidos, el resultado sería el producto de un trabajo colectivo y podría alcanzar entonces la mayoría calificada.
Se me ocurre la siguiente pregunta: ¿accedería el partido oficial a dejar intacta la estructura del INE a cambio de reducir el número de diputados y limitar el financiamiento a los partidos políticos?
Finalmente, los ciudadanos deseamos que los partidos políticos puedan llegar a acuerdos y que, con decisiones estratégicas, tracen el camino hacia el futuro que imaginamos para así, atraerlo y hacerlo realidad.

 


Síguenos en nuestras redes sociales