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Xóchitl Gálvez una imitación de Vicente Fox

Alejandro Mario Fonseca

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Xóchitl Gálvez una imitación de Vicente Fox
10 nov., 2023
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Decía Aristóteles en su Poética que “…el hombre se diferencia de los demás animales en que es el ser que más tiende a imitar”. Y sí, amable lector, póngase usted a reflexionar sobre esta máxima.

La mayoría de los animales actúan por instinto, es decir responden a un estímulo interior, de base genética, que determina sus impulsos.

Nosotros los seres humanos también tenemos instintos y estos afloran sobre todo en situaciones de peligro; en situaciones normales, desde pequeños actuamos por imitación.

Imitamos primero a nuestros padres, hablamos como ellos, hacemos lo que ellos hacen, son nuestros héroes. Todo lo bueno que hacemos y también todo lo malo lo imitamos.

Un niño que ve a sus papas leyendo, pintando, tocando un instrumento musical o…; tarde o temprano va a hacer lo mismo.

Igualmente, si los padres son flojos, si tienen vicios, si toman o fuman, también sus hijos los van a imitar: por más que se los prohíban, lo van a hacer. Ya en la prepa y en la universidad yo aprendí lo poco que sé, imitando a mis maestros, a cuáles, pues a aquellos que se parecían a mis papas.

Aprendemos imitando

Me acuerdo de la clase de biología en segundo de secundaria que la maestra Alicia Vizuet dedicaba media hora de su clase a exponer un tema y la segunda media hora alguno de sus alumnos exponía el tema de la clase anterior.

Para esto todos teníamos un número, ella hacía una rifa y al que le tocaba, exponía. Así inicié mi vida como maestro, me acuerdo que la primera vez que me tocó exponer, el tema fue “el ciclo del agua”: creo que desde entonces también me convertí en ecologista. Y cómo expuse el tema: imitando a la maestra tanto en su forma de hablar como de moverse.

 Incluso cuando somos mayores e iniciamos una nueva actividad, imitamos a los que nos rodean. Yo toda la vida fui maestro y ya en los últimos años de mi labor académica tuve la fortuna y la des fortuna de ocupar algunos cargos administrativos.

Fue terrible, nunca me pude adaptar a la burocracia universitaria, no era lo mío bueno; nunca conté con un modelo a seguir, con alguien que me gustara para imitarlo: ya lo decía Max Weber, la burocracia es un mal necesario.

En fin, ya hablaré del tema de la burocracia con mayor profundidad en otra ocasión. Lo que ahora quiero resaltar es el tema de la imitación, del mimetismo. También en la escena política, en la farsa política que nos tocó vivir, la imitación es el pan de cada día. Observemos con cuidado la “transición hacia la democracia” que hemos vivido los últimos años.

El PAN se mimetizó en PRI

 Confieso que, cansado de los abusos, de la demagogia y de la corrupción del sistema PRI-gobierno, vote por Vicente Fox. Parecía que de verdad iba a cambiar la forma de gobernar, de administrar y de hacer política.

Fue una ilusión guajira, la verdad era que el ranchero no tenía formación política, su curriculum era un verdadero ridiculm, había sido gerente de la Coca Cola; ni él ni sus funcionarios improvisados sabían bien a bien qué hacer. Era grosero y gritón como ahora la Xóchitl.

Es más, ni siquiera tenía suficiente gente de confianza para completar la nómina de secretarios y subsecretarios: echó mano de priistas.

¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué la transición democrática naufragó tan pronto? La respuesta está en el mimetismo. Vicente Fox y después Felipe Calderón carecían de oficio político, se dedicaron a imitar: se adaptaron a su entorno, que era priista.

Optaron por la estabilidad y pactaron con los peores, con caciques, con mafiosos, con malos empresarios y con líderes sindicales anquilosados y corruptos; las tepocatas, alimañas y víboras prietas muy pronto salvaron el pellejo.

Conclusión

En el remoto caso de que Xóchitl Gálvez ganara la presidencia pasaría exactamente lo mismo. Sería un remedo de Vicente Fox que tendría que gobernar con un gabinete conformado por oportunistas y arribistas viejos y nuevos; y lo peor de todo sin ideología y sin plan: un verdadero Frankenstein.

Me reservo por el momento la crítica del partido del presidente AMLO, de Morena, que a todas luces está dominado por ex priistas. Un fenómeno parecido cuyo análisis requiere mucho más espacio.

Sin embargo, la imitación por sí misma no es mala. El problema es que los mexicanos, en la esfera de la política, carecemos de modelos modernos con solvencia ética y moral: el ogro filantrópico todavía nos domina. La continuidad del proyecto de la Cuarta Transformación de AMLO pudiera significar un nuevo paradigma político. No hay que perder la fe.

 

 

 


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